jueves, 13 de noviembre de 2014

Historia de la física en Argentina

La Argentina tiene una larga historia en física que comenzó en la Universidad de La Plata en 1909 con la llegada de Emil Bose.
 Esta universidad fue el mayor centro de estudios de física en la Argentina hasta la década de 1950. Entonces, las universidades de Buenos Aires y de Córdoba crearon departamentos de física. Al mismo tiempo se crearon los centros de investigación de la Comisión Nacional de Energía Atómica en Bariloche y Buenos Aires. Ahora hay departamentos en varias universidades del país.
La Argentina ha producido muchos de los excelentes físicos dispersos por el mundo y es, en este sentido, única entre los países sudamericanos. Dichos físicos han hecho importantes contribuciones a la física de partículas, física de la materia condensada, en especial a la superconductividad, a la estructura nuclear y a otros campos.
Nuestro país relativamente pequeño en términos demográficos y tiene problemas financieros permanentes. Las consecuencias para la comunidad física son profundas. Por ejemplo, la inestabilidad no permite que las instituciones de investigación recluten a sus miembros internacionalmente, como hacen países más prósperos. Ello significa que deben reclutar solo entre sus propios graduados y, como hay pocas instituciones, tienden a hacerse endogámicas. Advertimos que no hace mucho la Universidad de Buenos Aires había reclutado un excelente conjunto de profesores, pero casi todos se habían formado en ella y no había ningún extranjero. El reclutamiento de sus propios egresados fue una constante en las instituciones visitadas.
A pesar de todas estas deficiencias, hay puntos fuertes en la física argentina. El Centro Atómico Bariloche tiene fama internacional en física de materia condensada. Hay, además, muy buenos grupos teóricos en física de partículas en varias instituciones. Como se dijo, la Universidad de Buenos Aires ha incorporado a un excelente conjunto de investigadores jóvenes que podría causar una marca en el futuro. En Bariloche se está comenzando a trabajar en nanociencias y, aunque se trate en este momento de una palabra clave para captar financiación, hay verdaderas oportunidades de combinar dispositivos usuales en física de la materia condensada con las funciones de las moléculas biológicas, de modo que se pueden inventar tipos completamente nuevos de dispositivos y sistemas. Sería una jugada fuerte para la Argentina construir sobre las fortalezas en materia condensada que hay en Bariloche para desarrollar esta nueva área multidisciplinaria.
Hay mucha participación de físicos de varias instituciones en el proyecto Auger sobre rayos cósmicos de alta energía. Este experimento fue diseñado para estudiar una de las mayores incógnitas de la física moderna: por qué existen rayos cósmicos con energías mayores que unos 1020eV. Se trata de una colaboración internacional en la que la Argentina es reconocida y está en posición de sacar ventaja de los datos que generará el experimento. El proyecto aprovecha la ubicación única de la Argentina en el hemisferio sur. Otras áreas en las que el país tendría ventajas únicas sería en los estudios efectuados en tierra sobre el ozono estratosférico, como complemento de las observaciones hechas desde el espacio del agujero de ozono antártico, y en los diagnósticos basados en la física de los restos fósiles únicos que posee. Estos fósiles han atraído atención internacional desde los tiempos de Darwin. Descubrimientos recientes han demostrado que los dinosaurios fosilizados de la Patagonia son los más importantes del mundo, y existen recursos igualmente impresionantes de períodos geológicos más recientes. Los físicos tienen mucho que ofrecer con métodos como la datación isotópica y termoluminiscente. Si explota estas ventajas geográficas, la Argentina ganará amplio reconocimiento de la comunidad científica internacional.
Finalmente creemos que el país no financia la investigación científica solo por el desafío intelectual que representa, sino porque espera que la ciencia le permita competir mejor económicamente. Nos impresionó favorablemente el grupo de óptica de la FCEyN (UBA) y el hecho de que tiene fuertes vínculos con varias empresas. Creemos que el futuro de las instituciones como el Centro Atómico Bariloche depende de ese tipo de asociaciones y de sus consecuencias en la industria. Esto no quiere decir que todos los investigadores de un centro deban vincularse con la industria, sino que debe existir un espectro de actividades que vayan de la ciencia básica a las aplicaciones. Es importante que las instituciones faciliten a los investigadores el patentamiento de sus inventos, y que les permitan beneficiarse de ellos para estimularlos a buscar aplicaciones. En muchos países se han creado nuevos procedimientos que permiten que los científicos reciban recompensa por sus patentes. Esto ha provocado una enorme respuesta en la forma de nuevas compañías creadas alrededor de las instituciones científicas.



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